CIVILIZACIÓN

Rastreando un poco el significado de la acción de civilizarse, se pudo encontrar que es un particular proceso que convierte a los asentamientos humanos en pueblos organizados, de procesos sociales y rasgos culturales como huellas que los definen y los identifican. En otras palabras, civilizar es rescatar un pueblo del salvajismo* y convertirlo en una ciudad. Este proceso de muchísimos años ha sido acompañado por un fenómeno de autorreflexión humana. Un registro de signos que, a juicio personal, guarda el código genético de las sociedades humanas y que a partir de un ejercicio de conservación histórica ha permitido el diseño y rediseño con cada uno de los comportamientos cambiantes del ser humano. En lo que se refiere a este punto, se puede decir que la historia como práctica científica se ha venido encargando de plasmar en un espacio y tiempo determinado el propósito de la ocupación del hombre en el mundo, pero esto no debería ser tomado como una tarea adivinatoria, sino más bien como un proceso de análisis del comportamiento social de las comunidades. A partir de lo mencionado anteriormente se propondría un punto de partida para el inicio de un proceso de civilización que en el subtexto podría sugerir a la historia como protagonista inmersa en un asunto analítico de la sociedad. Pero, ¿cómo encaja todo esto con la comunicación escrita y su acción de facilitar la función civilizadora del lenguaje? El lenguaje es un aprendizaje social y democrático que le permitió al hombre la expansión de su mundo (de su realidad) a partir de la creación de un sistema de comunicación que le permitió identificarse e identificar lo que tenía a su alrededor sumergiéndolo en una aculturación constante. Por ejemplo, en los pueblos precolombinos, los procesos de aprendizaje cultural y ancestral se dieron por tradición oral, en este caso el ejercicio histórico de autorreflexión garantizó la transmisión entre generaciones de un conocimiento que con el tiempo fue mutando y paulatinamente desapareciendo. En contraste (opinión muy personal) si el anterior fenómeno se hubiera basado en un sistema escrito habría superado al tiempo. Ocurrió con el Cristianismo, un fenómeno sociocultural vigente que comenzó con un proceso oral y se inmortalizó a partir de la producción y edición de la Biblia; si a eso se le puede sumar el desarrollo tecnológico ¿se podría imaginar que habría pasado si Jesús Hubiera tenido un megáfono o una cuenta de Facebook o Twitter? (pero esto es harina de otro costal) Otra característica importantísima para el análisis de la post-creación de una civilización es la importante facultad de volver sobre lo escrito, hacer una relectura de los aspectos que le interesan al ejercicio analítico propuesto. A manera de conclusión, queda en el aire, que en la medida en que la historia dentro de su ejercicio científico incluya a la comunicación escrita, ésta podría cumplir como facilitadora de la función civilizadora del lenguaje ANDREE FERNANDEZ NEGRETTE JUANITO ARISTIZÁBAl

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